TODO ES VIDA

07.07.2016 12:36

Estamos inmersos en una cultura donde no nos enseñan a gestionar uno de los aspectos más difíciles de la vida: la muerte. No tenemos una buena cultura de la muerte. No hay más que ver los cementerios de este país: a la afueras de los núcleos urbanos, con muros altos (que no queda claro si es para que los muertos no salgan o los vivos no entren), lugares bastante deprimentes donde instalar enormes archivadores donde instalar a los que nos han dejado.

A partir de ahí, las estrategias de quienes sufren pérdidas tienden a ir en dos sentidos: aparcando la pérdida en el cajón de las experiencias traumáticas o no hablar de la pérdida con la intención de “olvidar” la pérdida para intentar superarlo lo antes posible. Además estas estrategias defectuosas se ven reforzadas socialmente con expresiones tales como “tienes que pasar página”, “tienes que superarlo” etc., cuando realmente no se trata de superar la pérdida sino de integrarla como parte de nuestra vida.

Ninguna de estas estrategias suelen acabar demasiado bien. Y sin embargo son resultado de la influencia cultural y social marcada por esquemas rígidos los cuales no nos permiten abrir la mente para aceptar la muerte como parte de la vida.

Aceptar la muerte como parte de la vida, supone no desvincularnos de las personas que ya no están. Las personas que ya no están, han estado, han vivido, han tenido una influencia, han generado aprendizajes y han contribuido en la construcción de nosotros mismos. Eso es lo importante. Tenemos que aprender a cambiar el foco de nuestra atención. No conectar con la muerte de nuestras personas sino con su vida. Y no olvidar que las personas que han formado parte de nuestra vida y ya no están en ella, no pasan a una especie de limbo donde ya no pertenecen a nadie, sino que siguen perteneciéndonos a nosotros, a nuestra vida, por la influencia que han tenido en ella, por todo lo que nos han enseñado. “Los muertos” no son “los muertos”, son “nuestros muertos”. De esta manera cuando conectamos con la vida de nuestros muertos, estamos conectando con todo lo extraordinario de la vida de esa persona, con todo el legado que esa persona deja tras de sí, en definitiva conectamos con la vida y eso nos va a ayudar a tener una perspectiva mucho más amplia y flexible para aceptar la muerte como parte de la vida y poder seguir adelante reforzados y equilibrados. Y a tomar consciencia de que la vida de las personas que han estado en nuestra vida y ya no están, no son algo ajeno a nosotros mismos, su vida forma parte de la nuestra, y siguen conectados con nosotros incluso cuando no están, porque a fin de cuentas, estamos hablando de nuestra propia existencia.

Tenemos que aprender a flexibilizar la mente, desprendernos de los esquemas rígidos que nos hacen ver la realidad polarizada, y pensar que si la muerte forma parte de la vida, al final todo es vida.

Artículo publicado en la revista digital Los Ojos de Hipatia