Me parece muy triste que tengamos que dedicar un día al año para hablar, reflexionar y concienciar contra la violencia de género. Es un tema con el que convivimos todos los días desde hace años. Esto nos tendría que hacer reflexionar sobre qué está fallando. Porque está claro que algo está fallando. Como sociedad estamos fallando.

Se trata de un problema poliédrico y complejo, en el cual intervienen factores educacionales, culturales, jurídico-legales, sociales etc. De ahí que su solución esté muy lejos de ser sencilla.

No obstante, en mi opinión hay una serie de aspectos sobre los que se puede influir para trabajar este problema social. El primero de ellos, es la EDUCACIÓN, debemos promover una educación respetuosa e igualitaria inter-géneros. Todos, niños y niñas, deben aprender a convivir con sus semejantes sin utilizar la violencia como medio de comunicación y de expresión. Para ello es fundamental que eduquemos promoviendo la empatía, ya que distintos estudios han demostrado que las personas más empáticas son las menos violentas en sus interacciones con los demás, ya que pueden anticipar los sentimientos del otro a través de la comprensión del otro. Y junto a la empatía, entrenar a los niños en el resto de habilidades sociales para que aprendan una forma positiva de resolver conflictos y relacionarse con los demás.

Otro aspecto importante es la PREVENCIÓN, la detección precoz de actitudes violentas para poner soluciones profesionales y efectivas, y no “tapar” estas conductas en base a creencias de que aquello es una fase o se pasará con la edad. Si un niño/niña o adolescente aprende que la violencia es la vía para conseguir aquello que quiere, ése va a ser el patrón de conducta que adoptará y hará extensivo a todas sus interacciones. Si las familias o los profesores detectan este tipo de conducta han de intervenir, consultando con los profesionales adecuados para prevenir futuras conductas mucho más violentas que las actuales.

Cuando la conducta tiene lugar, creo que hay que APOYAR mucho a las víctimas, facilitándoles el acceso a aquellas ayudas (sociales, psicológicas, etc.) que necesite y que le permita superar el trauma y retomar su vida con autoestima, confianza y salud. Aquí el sistema político-administrativo-social cumple una función fundamental. También es importante que las leyes sean coherentes con las situaciones reales, y que exista una REGULACIÓN JURIDICA que dé respuesta adecuada a todas las situaciones de forma realista y efectiva.

Como he comentado no nos enfrentamos a un problema sencillo, pero no por ello debemos dejar de buscar e implementar soluciones, y si éstas no funcionan, no caer en la pasividad y seguir intentando otras que realmente ayuden a solucionarlo. Hagamos todos, todo lo posible por influir en nuestro entorno a favor de la igualdad y el respeto inter géneros. Y tal vez algún día podamos no tener que organizar un día internacional contra la violencia de género.

Artículo publicado en la revista digital Los ojos de Hipatia

Nos acercamos a unas fechas en las que proliferan las cenas de empresa y las cenas familiares y nos podemos encontrar que tenemos que compartir mesa y mantel con ese compañero de trabajo, ese jefe,  o ese familiar con el que no tenemos “feeling”.

Os proponemos una pequeña guía de supervivencia para salir de tales eventos, victoriosos.

Paso 1: “ESTA PERSONA ME PONE NERVIOSA”, quita este pensamiento de tu mente. Ninguna persona tiene la capacidad de ponernos nerviosos. Somos nosotros los que nos ponemos nerviosos, con lo cual, plantéate elegir sentirte de otra manera. Tus emociones son tuyas y puedes elegir qué emoción quieres sentir. Cuando estés delante de esa persona sé consciente de cómo te sientes y elige sentirte de una manera más positiva.

Paso 2: EL OTRO SOLO ES OTRO, DIFERENTE A MI, algo que te ayudará a elegir sentirte de otra manera es la aceptación del otro. Muchas veces las personas nos alteran porque las comparamos con nosotros mismos y nos decimos cosas como “yo no haría lo que ha hecho esta persona”, “no sé cómo se le ha ocurrido decir tal cosa”, etc., ante estos pensamientos sé consciente de que el otro sólo es otro, ni mejor ni peor que uno mismo, simplemente diferente, y que esta persona es resultado de sus experiencias y de su vida, tal como nosotros lo somos de nuestras experiencias y aprendizajes a lo largo de nuestra vida. Yo no tengo que pensar como el otro ni compartir sus opiniones y acciones, sólo tengo que aceptar que el otro es otro.

Paso 3: EMPATIZA, la empatía te ayudará a llevar a cabo el paso 2. Comprende al otro, no hace falta que sientas lo que él siente, ni que pienses como él piensa. Pero podemos comprender que su punto de vista es resultado de su filtro y su esquema y que su filtro y su esquema son consecuencia de su historia vital. Escúchale (tal vez sea la primera vez que lo haces) con atención e intenta comprender sus opiniones (recuerda que comprender no significa compartir, sólo respetar que el otro es otro). Tal vez si escuchas con atención descubras algo de esa persona que no conocías y tal vez te sorprenda.

Paso 4: SONRÍE, comparte ese tiempo con las personas que te rodean con buen humor. No te centres en la persona con la que tienes “mal rollo” y abre tu mente al resto de personas que están a tu alrededor. Utiliza el buen humor y comprobarás que todo se transforma con una sonrisa.

Paso 5: VIVE LA EXPERIENCIA CON COMPASIÓN, sé compasivo, es decir, mantén tu calma interior, mira al otro con compasión: si esta persona actúa, piensa, opina y vive de una manera determinada que no coincide con tus valores: no pasa nada!. En lugar de ponerle calificativos negativos, piensa que esa persona tal vez no ha podido aprender las mismas cosas que tú, pero eso no la hace menos persona. Respétala y mírala con una mirada de cariño.

Con estos 5 pasos vamos a conseguir salir vivos de las reuniones navideñas y además conseguiremos transformar todo aquello que nos altera o desequilibra. Estos 5 pasos se hacen extensivos a personas y situaciones. Piensa que cuando uno está bien su mundo está bien!!

Artículo publicado en la revista digital Los ojos de Hipatia

Después de observar muchas interacciones entre padres e hijos he llegado a una serie de conclusiones sobre las pautas de crianza actuales: se respeta poco a los niños, se les escucha poco, casi no se comparte su mundo y las pautas comunicacionales distan mucho de ser constructivas.

Cuando refiero que se respeta poco a los niños, me refiero a ese mal vicio que tienen los adultos de pensar que los niños sólo hacen o dicen tonterías. Los niños son niños, se comportan como niños y viven en su mundo de niño. Con lo cual no podemos esperar que se comporten como adultos en miniatura. El mundo del niño comienza con él mismo y se va agrandando a medida que el niño crece, deja de ser niño y comienza su vida adulta. Y ese mundo no deja de crecer mientras nosotros seguimos creciendo. Pero es un mundo de etapas. Y en la etapa infantil el mundo de un niño es pequeño, no tiene un gran bagaje de experiencias y desde los adultos se debe comprender que el niño es niño y dejarle ser niño, respetándolo y comprendiéndolo y no exigiéndole más de lo que el niño puede hacer según su etapa de desarrollo.

En cuanto a que se les escucha poco, es una prolongación de la reflexión anterior. No escuchar a un niño es un gran error. El niño necesita (como cualquiera a cualquier edad) expresar lo que piensa y lo que siente para aliviar stress, aclarar dudas, aprender, etc. Y es responsabilidad de los adultos que rodean al niño escuchar sus demandas, sus comentarios, sus expresiones emocionales y ayudarle a canalizar todo lo que siente de forma proactiva. Si esto se hace se está contribuyendo a generar adultos psicológicamente fuertes. Además los niños tienen una sabiduría muy interesante. Cuando se escucha a un niño podemos extraer su visión del mundo, comprender su lógica y posiblemente aprender algo de él.

Compartir el mundo del niño es muy importante para el niño y muy edificante para el adulto. Compartir el mundo del niño significa pasar tiempo con él, compartiendo lo que el niño hace: jugar, dibujar, pintar, etc., todas estas cosas que no nos permitimos hacer cuando somos adultos y que, probablemente, nos hacían muy felices cuando éramos niños. Compartir el mundo del niño permite al adulto conectar con emociones muy positivas así como conectar con su niño interno. Con lo cual cuando un adulto comparte el mundo de un niño, no sólo está ayudando mucho al aprendizaje y desarrollo del niño, sino que también le reporta un gran beneficio en forma de emociones positivas.

Y el colofón de todo lo que estamos comentando viene dado por la comunicación. No nos podemos comunicar de la misma forma con un niño que con un adulto. Al niño hay que hablarle con frases cortas, mensajes claros y órdenes por objetivos. Cuando digo mensajes claros me refiero a que hay que evitar enviarle al niño información contradictoria, por ejemplo, amenazarle con que no va a merendar galletas y luego darle galletas para merendar. Este tipo de información al niño no le ayuda a comprender la conducta del adulto, más bien al contrario le produce muchas dudas y no le permite predecir las consecuencias de sus actos ni de los actos de los adultos ya que no existen patrones de conducta causa efecto que el niño pueda aprender. Y cuando hablo de órdenes por objetivos es decirle al niño exactamente lo que queremos que haga en frases enunciadas en afirmativo, por ejemplo, si queremos que el niño no corra, no debemos decir “¡No corras!” sino “Cariño, camina despacio”, y esto porque el cerebro (el del niño y el del adulto) procesa en afirmativo y si damos una orden en negativo (comenzando con “no”) el cerebro procesa primero la acción afirmativa (en nuestro ejemplo, correr) para después procesar el contrario (no correr), pero al procesar primero en afirmativo la conducta ya se desarrolla. De ahí que cuando al niño le decimos que no corra, sorprendentemente, corre más.

En conclusión debemos tener en cuenta,  que los niños por el mero hecho de ser niños no son impermeables a lo que ocurre a su alrededor sino todo lo contrario, y en consecuencia,  los niños se estresan y se deprimen, como los adultos, con la limitación de que ellos no pueden expresar de forma exacta este tipo de emociones, con lo cual, como adultos, tenemos la responsabilidad de cuidar de los niños de forma proactiva, comprendiendo que los niños son niños, respetándolos, compartiendo su mundo, en definitiva contribuir a su desarrollo con amor. Porque los niños de hoy serán los adolescentes de mañana y los adultos de la semana que viene. Y todo lo que podamos hacer porque los niños tengan una infancia segura y amorosa repercutirá en su vida adulta haciendo de ellos adultos adaptativos y psicológicamente sanos.

Artículo publicado en la revista digital Los ojos de Hipatia

El pasado 26 de abril, se celebró en Madrid la IIª Jornada de Psicología abierta de la UNED, en la cual pudimos disfrutar de varias ponencias cuyo eje central eran las emociones positivas.

El programa se compuso de ponencias tales como: Arte y psicología, Las emociones y el hablar en público, Emociones positivas y  Musicoterapia. Además en el descanso del almuerzo disfrutamos de música en directo y un pequeño taller de risoterapia que resultó muy divertido.

Fue una experiencia muy positiva y que además dió la oportunidad de conocer a otr@s compañer@s de distintos puntos del país.

Dar la enhorabuena a la UNED por haber organizado una Jornada tan interesante.

Os dejo un pequeño resumen de todo lo que allí sucedió.

jornada madrid.pdf (597201)

Desde hace unas semanas Consulta de Psicología Mar Ortiz, forma parte del directorio profesional Indizze.com.

En este directorio nos han facilitado el acceso a través de fichas e instrucciones muy intuitivas que permiten gestionar el acceso al directorio de una forma sencilla y cómoda.

La comunicación con los profesionales que formamos parte del directorio es amable, directa y te aportan ideas para destacar tu ficha y hacerla más atractiva al cliente final.

Es de agradecer la existencia de directorios serios y responsables que dan garantía a los usuarios de que están formando parte de un proyecto altamente profesional.

www.indizze.com

¿Podemos recordar la última vez que le dimos las gracias sinceramente a alguien por algo? ¿Somos capaces de reconocer el trabajo o la ayuda de otra persona y decírselo? ¿Qué pasaría si nos mostramos más agradecidos con las personas que tenemos a nuestro alrededor? ¿Y cómo nos sentiríamos si todos los días nos sintiéramos agradecidos con la vida?

Es fácil que estas preguntas no se nos planteen de forma habitual, pero el ser agradecido es algo que no deberíamos olvidar. Hace dos días yo agradecí el trabajo realizado por la chica de la gasolinera que está cerca de mi casa. Esta chica hace su trabajo siempre con una sonrisa, tiene una actitud de servicio hacia el cliente maravillosa, te ayuda e incluso te llama por tu nombre. Sus compañeros no hacen nada de esto. Y hace dos días, mientras me ponía gasoil, pensé que era un buen momento de reconocer su buen hacer y agradecerle su forma de tratar a los clientes. Y ¿sabéis que fue lo más satisfactorio? Ver su cara cuando le dí las gracias. Su cara reflejaba orgullo y a su vez, agradecimiento al verse reconocida por una de sus clientes.

Desde aquí os animo a dar las gracias, a decirle a alguien "buen trabajo"  y a disfrutar con esa persona de ese momento que hace que las personas estemos más cerca las unas de las otras.

Demos las gracias y experimentaremos unos momentos de plenitud y reconciliación con el mundo que nos va a ayudar a vivir de una forma más positiva y más plena.

Estamos viviendo unos tiempos un tanto extraños. Tiempos de cambios importantes, inesperados y a los que nos toca adaptarnos con celeridad y a veces de forma difícil. El cambio pese a que es una constante en la vida, sigue siendo algo que el ser humano de alguna forma rechaza, puesto que el cambio significa abandonar lo conocido, la zona de confort, la "seguridad" y enfrentarnos a algo desconocido, a algo impredecible y que nos sabemos cómo acabará o que resultados traerá.

Para afrontar los cambios a los que nos vemos sometidos de forma constante, necesitamos una herramienta eficaz, ésta es la ACTITUD. De hecho vivimos en la era de la actitud. Nuestra actitud va a determinar cómo vamos a vivir los cambios a los que nos enfrentamos en la vida, sean de la clase de sean.

Mantener una actitud abierta, positiva, que nos permita ser conscientes de las oportunidades cuando éstas se presentan, es fundamental. Es nuestra herramienta de adaptación. Es lo que nos va a permitir estar en el presente, y sobre todo, ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor. De todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

Con la actitud adecuada, seremos capaces de vivir mejor el momento presente, de aprender, y de aprovechar las oportunidades.

Seamos conscientes de que la actitud puede determinar el curso de nuestra propia historia. Una actitud proactiva va a generar movimientos y esos movimientos harán que sucedan cosas en nuestra vida. Por contra una actitud pasiva, que solo espera que los cambios vengan de afuera, que pone en los demás la responsabilidad de la propia felicidad, sólo trae estatismo.

Con lo cual, seamos conscientes de qué actitud mantenemos ante la vida y de qué podemos hacer para mejorar esa actitud.

Las personas tenemos un superpoder. No es tan espectacular como volar o ver a través de las paredes, pero sí mucho más importante: el superpoder de elegir.

A lo largo de la vida realizamos miles y miles de elecciones. Algunas conscientes, otras inconscientes. Algunas condicionadas, otras independientes. Pero siempre estamos eligiendo.

Elegimos la ropa que nos ponemos, los libros que queremos leer, la información que queremos recibir, etc, etc.

Pero cuando nos enfrentamos a realidades importantes, entonces no nos atrevemos a usar nuestro superpoder. Lo mismo que elegimos que ropa nos vamos a poner o con quién vamos a quedar, podemos elegir cómo queremos pensar, qué pensamientos queremos en nuestra vida, qué experiencias nos gustaría vivir, qué emociones queremos experimentar. Podemos elegir. Y cuando elegimos estos estados mentales, vamos a experimentar una mayor conexión con nosotros mismos, vamos a estar mucho más centrados, más anclados en el presente.

Pero tenemos que ser conscientes de que ese poder está en nosotros y perder el miedo a ejercerlo.

Si pensamos que estamos en manos del destino, del karma o de los dioses griegos, colocamos el sitio del control fuera de nosotros (locus de control externo) lo que genera altos niveles de stress y ansiedad puesto que vamos a pensar que todo se nos escapa, que no podemos influir en nuestras vidas, que estamos perdidos bajo influencias incontrolables. Pero si, por el contrario, tomamos las riendas de nuestra vida, ejercemos el poder de elegir con responsabilidad y compasión hacia nosotros mismos, colocaremos el sitio del control dentro de nosotros mismos (locus de control interno) lo que nos hace avanzar por la vida en un estado de calma, ya que siempre podremos pensar que podemos hacer algo para producir los cambios necesarios para cambiar (valga la redundancia) aquello que no nos agrada.

En conclusión, seamos conscientes de que podemos elegir tanto las cosas triviales de la vida, como todo aquello que afecta al sentido de nuestra vida, y a cómo queremos vivirla.

Elegir cómo queréis vivir vuestra vida.

He observado un fenómeno, últimamente, que me ha llamado poderosamente la atención: en estos tiempos de crisis que nos ha tocado vivir han ido aumentando progresivamente las sinergias profesionales.

Parece como que en los tiempos de las vacas gordas, cada uno iba a la suya, asumiendo que a todos nos iba muy bien y no necesitábamos ni ayudar a nadie ni la ayuda de nadie. Sin embargo, si algo bueno ha traido esta crisis, es la recuperación de la humanidad y el sentido de comunidad.

En muchos sectores podemos observar que distintos profesionales se unen en proyectos buscando el beneficio común para ambos. Y eso es muy bueno, ya que estas sinergias incrementan las colaboraciones inter e intraprofesionales, se enriquece la sociedad, se enriquecen los sectores de servicios y productivos, y sobre todo, crecemos como personas y profesionales al poder interactuar con otros y aprender de otros.

Por eso debemos ser conscientes de la importancia de contar con quienes tenemos alrededor, de la importancia de poder construir conexiones interesantes con otras personas y observar los frutos de esas conexiones.

Dejemos de lado las susceptibilidades del ego y busquemos la colaboración con otros profesionales como un camino de crecimiento y aprendizaje, como una oportunidad única de seguir adelante pese a todo.

Después de pasar por la Facultad de Psicología y posteriormente enfrentarme a la práctica de la psicología en el despacho, me he dado cuenta de que en la carrera no nos enseñan humanidad.

Es cierto que nos enseñan a tratar los síntomas, los síndromes, identificar y diagnosticar los cuadros clínicos pero se olvidan de algo muy importante: la psicología trata a personas, no a síntomas.

Y como los psicólogos tratamos con personas y a personas, no debemos olvidar que las personas son un todo integral y que si nuestro objetivo es conseguir que se sientan bien, no debemos tratar sólo los síntomas sino a toda la persona de forma completa.

Si tratamos sólo el síntoma es como si un médico tratara la tos pero no curara la gripe, el síntoma desaparece pero el problema de fondo persiste.

Los profesionales debemos abrir nuestra mente y poner todos nuestros conocimientos al servicio de la persona considerada en su integridad y no solo poner la atención en el síntoma y en aplicar la técnica que cura el síntoma con el manual en la mano. El manual nos da una base científica y de conocimientos, pero no olvidemos nunca que lo que tenemos delante en la consulta es una PERSONA, y debemos tratarla como tal.

Es muy importante que el paciente nos vea como profesionales capaces y capacitados para dar una respuesta integral a su problemática, desde una perspectiva humana, empatizando con su realidad y generando una confianza tal que nos permita poder acompañarle de forma adecuada en su proceso de recuperación.